Calentamiento


No me refiero al calentamiento global; tampoco, a la preparación inmediata de los atletas. Me refiero a ese uso tan común fruto de la analogía y, en concreto, de la analogía metafórica (aunque "el anónimo" dice que no hay otra). Me estoy preparando/calentando para nuevo curso (del cursus latino que significa carrera). Un nuevo curso en el que habré de escribir mucho. Un nuevo curso en el que -¡seguro!-, en el mucho escribir, traicionaré mucho pensar, aunque entonando el afamado mea culpa platónico. No nos engañemos: es verdad que pensamiento y palabra son indecidibles, pero también es verdad que si quiero o queremos comunicar, es necesario decidir.

La decisión es difícil y sólo se aplaca el sufrimiento que provoca, cayendo en la rutina. La rutina es una caída que nos salva y nos libera. Así entiendo la ritualización y por eso ya no me callo y me declaro profeta del rubricismo. Sólo la rúbrica acalla la pasión egoísta del yo y da paso a la palabra mediadora que une lo humano y lo divino. Rúbrica del gesto y rúbrica de la palabra. Esta última, cuando es cantada, toma en primer lugar la forma de monodia que serena. Luego, sometida al ritmo y la cadencia, hace crecer el instante, lo engrosa en forma de melisma que vence al tiempo. ¡Qué cercano es el melisma a la durée bergsoniana! Es verdad, María, cuando nos sometemos a Cronos, lo vencemos.

Al ritulizar desde la rutina mi paseo desde el Palomar, el Huerto Penene, la Dehesa y Santamaría, he podido disfrutar de un modo nuevo y al estilo de Virila de la cantada Fuente del Baño. Y, en la rutina ritualizada, ha comparecido la eternidad en forma de gota de agua.

P. S. : Volví de Le Barroux, pero todavía no tengo fotos. Pronto nos encontraremos en Pamplona.

Comentarios

  1. Me alegra saber de ti aunque sea por medio de este invento. Prometo llamarte un día de estos.

    Por cierto, tienes un mail en el correo de la uni.

    Un abrazo

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