Diálogo fe/cultura
Que no lo sé. No sé cómo hacerlo y menos cómo hacerlo bien. Pero el principal problema no es ese, el de la técnica ni el de la eficacia, sino el de la existencia misma de ese pretendido diálogo. Es decir, que llegue a darse realmente.
Durante este me de julio, he tenido la oportunidad de introducirme en dos ámbitos en los que se muestra la retroalimentación entre la fe y la cultura. En los dos, se trata de mostrar la síntesis que se produjo en la historia. Por una parte, la imponente Catedral de Auch; por otra, el excepcional Museo Diocesano de Zaragoza (MUDIZ). Este último, de tanta importancia, que marca, a mi juicio, un antes y un después, en el modo de concebir los discursos museísticos de la Iglesia Católica.
En la Catedral de Auch, tuvo lugar una jornada de puertas abiertas a la luz de la luna: entre dos conciertos de órgano, en los dos órganos de dicha catedral -mayor y de coro-, una visita confesante y guiada que busca exponer el desarrollo histórico, arquitectónico e iconográfico de esa sede episcopal. ¿Asistencia? Casi nula. La salvamos cuatro españoles perdidos por la ciudad de D´Artagnan, todavía no hartos de confit y armagnac.
En el MUDIZ, la historia de "las casas del obispo", que muestra el ocaso y el alumbramiento de las sucesivas zaragozas a través de las distintas industrias de quienes todavía siguen siendo prohombres de la ciudad. ¿Asistencia? Se está ganando un espacio en los circuitos turísticos del la ciudad y del interior de la península. Aunque queda buen trecho por recorrer.
Dos iniciativas que responden al deseo de diálogo que Juan Pablo II y Benedicto XVI han intentado entablar con la "cultura" contemporánea. El riesgo es que quienes han recibido de la urna y el voto la misión de garantizar el desarrollo cultural de sus súbditos vean en estas acciones la única posibilidad de interacción con los católicos: sería la recreación de diálogos que tuvieron lugar en el tiempo pasado y que, aunque hay que preservar, es imposible repetir, porque la "fe es enemiga de la cultura y constituye un estadio precientífico y premoderno". Este discurso es tan tópico, como recurrente.
No basta con presentar y representar la historia. Para lograr el ansiado (y a mi juicio vitalmente necesario para el desarrollo humano) diálogo, es necesario (también a mi juicio) un nuevo itinerario, que pasa por los siguientes lugares:
Primero. Fe y cultura no son dos nociones que están en el mismo nivel. Fe se encuentra en el horizonte semántico de la evidencia y la ciencia; mientras que la cultura es el tejido resultante de los contenidos profesados de la creencia; la certeza de la evidencia y la praxis de la ciencia. Sólo de este modo -reuniendo los tres aspectos- la cultura es cultura. De otro modo, es un discurso pragmático en manos de quienes detentan el poder legítima o ilegítimamente recibido. Así también se comprende que la fe es la levadura del pan de la cultura.
Segundo. Ese proceso interactivo de generación cultural desde la fe se da de un modo primordial en la actividad artística en cualquiera de sus expresiones. Y en el arte, el artista. Si se me perdona la reducción al ámbito de la música, me atreveré a decir que los músicos españoles fueron expulsados del templo con la excusa de la reforma litúrgica pos conciliar. Uno de ellos, un brillante organista, me decía: "Sí, nos expulsaron y ahora nos quieren recuperar, pero no para cumplir nuestra función: quieren que demos conciertos, pero siguen sin reconocer nuestro papel principal en las funciones litúrgicas. Sigue ese clericalismo que intenta imponer determinado criterio a quienes ostentan otras funciones". Hay que recuperar a los artistas y recuperar los 40 años perdidos.
Tercero. La comunidad del saber, guiada por los filósofos, debe restablecer el orden de relaciones entre creencias, evidencias y ciencias; debe poner a construir el edificio de la cultura a los místicos, a los poetas y a los filósofos. Nótese la influencia zambraniana.
Me imagino que son necesarias muchas más cosas y espero que me ayudéis a encontrarlas. También a matizar lo que sea preciso -que será mucho-.
Me encanta que aún estando de vacaciones sigas dándonos cosas en las que pensar...Me parace bastante triste que se haya ninguneado de este modo la rica y ancestral cultura músico-litúrgica de este país,empezando por el propio clero,y la desidia y abandono de las instituciones,pero ahí está Patrimonio,salvando ,por interés,porque dónde vas a comparar una ceremonia de lo que sea ,con su órgano,su conjunto barroco,su clave...con cualquier otro tipo de acompañamiento musical!!!,enfin,todo sea por el turismo!,mientras tanto hay órganos en algunos sitios que se están echando a perder,porque nadie los toca,y cuesta muchísimo dinero el arreglarlos...y todo ese legado que nos dejaron en forma de partituras ,que yacen olvidadas en los archivos de los museos,pero ahora hay cosas más importantes que atender:la crisis no solo es económica,es sobre todo,moral.
ResponderEliminarNo existe una solución a la crisis -económica y moral- que no discurra por los caminos de la Belleza. Belleza que es Dios. Belleza que como todo bien y verdad encuentra su raíz en las criaturas que participan del Ser o de Dios. Perdón por la filosofada... El ejercicio de la música es sublime y terrible: sumamente ambiguo. Cuántos músicos se piensan el "palico de la gaita". Que hay que darles todo... Que pueden prescindir de sus ideales nobles en favor de... No sé de qué. Por eso es tan urgente la reevangelización del mundo de la música: la fecunda unión. El devolver la música al Músico por excelencia. Al Espíritu que no ignora ningún sonido. Gracias por tu comentario y por el familiar encuentro del pasado domingo. Un abrazo
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