Preparados para matar, dispuestos para morir


Quizás el título pueda resultar exagerado. Como exageradas eran las muecas de los, más cerca de dos mil que de cinco mil, que se manifestaron ayer en Madrid contra las legítimas expresiones públicas de los jóvenes católicos venidos de todo el mundo para celebrar la fe - la JMJ- unidos al papa Benedicto XVI. Muchos de estos últimos están habitualmente en peligro por vivir según el Evangelio. De los primeros, cabía esperar cualquier cosa: sus rostros -espejo del alma- hablan del odio cainita y del "cualquier medio es bueno para eliminar a los católicos". Ante esta realidad, tratada con desigual acierto por los medios de comunicación españoles e, incluso, por la propaganda panfletaria del totalitarista de izquierdas diario Público, voy a ofrecer dos reflexiones que me vengo haciendo desde el primer semestre del año 2010.

Primero. Hay dos modos de mirar a las realidades sociales. El modo de los católicos (y de los que profesan las demás religiones, salvandus salvanda) se caracteriza por entender su misión como un servicio al ser humano y a las comunidades que conforma. El modo de los laicistas, por ver en todo y en todos una lucha de poder. Desde este punto de vista, cualquier acción u omisión se inscribe en una espiral de violencia, en una lucha de clases o de selección de especies, en las que el más fuerte numérica o fisiológicamente triunfa. Para un laicista, llegar al poder conlleva necesariamente la eliminación de los creyentes o, al menos, la reducción a los guetos. En este sentido, el prototipo del laicista es Hitler (aunque siempre lo negarán).

Segundo. El ánimo del laicista medio de reducir al creyente a la insignificancia social (en último término, sería capaz de eliminar el derecho a voto del contrario) supone una interpretación maniquea del binomio público/privado. Por eso se busca que en la esfera pública se de un vacío de lo religioso. Sin embargo, el vacío no existe, sino que se crea por la violencia humana. Del mismo modo que el vacío en un laboratorio sólo puede lograrse en un espacio delimitado y forzado, lograr el vacío religioso en las expresiones sociales es un ejercicio ideológico que supone infligir violencia a la realidad. Es una manipulación o un experimento de ingeniería social. Se olvidan de que la fe no es pública ni privada, sino personal. Se olvidan o lo olvidan culpablemente, porque las vivencias personales suponen el ejercicio de la conciencia y esta supone un ámbito de libertad del sujeto en el que tomar decisiones al margen del poder de los estados. En definitiva, la fe vivida personalmente es una amenaza para el poder exclusivista de los que predican el laicismo. Por eso, creo que conviene que los creyentes del mundo reconquisten y resignifiquen el término "personal". Única palabra desde la que podremos entender al ser humano y construir una sociedad digna de él, en la que se pueda expresar y realizar de un modo genuino.

Así, se pueden resumir en unas series de palabras el mensaje de ambas miradas. Para los laicistas, poder, estado, público. Para los creyentes, servicio, conciencia, personal. Lo privado es harina de otro costal. Y yo opto por la creencia.

Comentarios

  1. Yo también llevo reflexionando largo tiempo que es lo que lleva a sentir tanto rencor hacia los católicos. Qué hago,digo o siento para que me rechacen o hagan uffff solo por vivir mi fe. ¿Por qué parece que tengan al demonio dentro cuando gritan en contra de quienes solo se agarran a Cristo para recorrer su camino?. La mayoría de la gente que nos rodea, quizan no creen o no viven una fe sólida porque nunca se han parado a pensar. Si realmente estas convencido de poder vivir sin Dios tiene que darte igual todos los católicos. A lo mejor no quieren que ningún Dios los acoja pero tampoco soportan que la gente sea feliz porque sus vidas existen por y para Dios. ¡ojala esta jornada sirva para ,que los creyentes y los que no, los laicistas y los distanciados por pereza,comodidad y falta de reflexión, paren un momento su ritmo vital y comiencen de nuevo un acercamiento a Dios o si siguen alejados sea desde el respeto a los que piensan diferentes.
    Estoy convencida que nada va a pasar inadvertido. Para empezar en mi marido ya ha seguido todos los actos del primer día del Papa entre nosotros. Tenemos a un Papa grande y tenemos a unos jóvenes magníficos.

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  2. Lo tenemos todo,¿pero nos fiamos? Cuántas veces somos nosotros -los seguros- los que ponemos las excusas en nombre de los demás: que si no están preparados, que si no lo entenderán, que si hay que respetar, que si... El bien es difusivo, ¡se contagia! El bien de la fe, también, pues a contagiarlo con nuestra alegría, sabiendo que los perversos (los que llaman al bien mal y al mal, bien) siempre dirán que nosotros somos los culpables y lo dirán rabiando. Nosotros a rezar y a sonreír, a tirar de muchas almas hacia el cielo. ¡Cómo me alegra lo que e cuentas de JL! Me voy a Madrid!!!

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  3. yo estoy en esa imagen =O la chica de azul,

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