Cerca de la Ciudad Santa (a quince estadios)
De camino a Jerusalén, haremos parada en Betania. Azaria, el-Azariye, el pueblo de Lázaro, como escuchaban los árabes a los cristianos peregrinos. Su tumba fue arrebatada por una mezquita. Ahora es accesible. Celebraremos la Sagrada Eucaristía. Me toca presidirla. Oasis para Jesús y los apóstoles, para hablar de tú a tú con Dios. Marta, la activa hospitalaria. María, la contemplativa. Lázaro, el amigo. Yo quiero parecerme a los tres. De los tres me falta. Lázaro ha muerto. Es hora de la fe. Ha muerto para que creáis. La fe. Annus Fidei. No se realiza el milagro por la fe en el Jesús milagrero, en el Jesús de los milagros. Se realiza por la fe en su divinidad. Divinidad que proclamamos sin menoscabo de su humanidad. Marta, María, ¿CREEIS? Sí, Señor, creo que eres el Hijo de Dios... Vamos a orar en esta misa por nuestros amigos y hermanos muertos. El muerto no pide ser resucitado. Lo piden sus hermanos. Creemos en la intercesión.
Fin de los signos y comienzo de la gloria. La unción, que leemos el lunes santo, que nos enseña a dar a Dios lo que es de Dios. Perfume de nardo que impregna la estancia con su fragancia y nos habla de sepultura. Mañana entrará el Señor triunfante en Jerusalén. Es la Pascua. Cerca de Betania subió a los cielos.
El hotel de Jerusalén, The Olive Tree, es fantástico, construido para el gran Jubileo de 2000. Pero lo realmente grande es la Ciudad Santa. Todavía no he cruzado sus muros, pero ya le he deseado toda la paz. Toda. Tras la cena, hemos visitado una cooperativa de cristianos en Belén... Mañana entraremos en la Ciudad desde Betfagé.
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