Cuatro viudas

El Esposo de la Iglesia es Cristo y su amor por ella tiene como imagen en el tiempo el sacramento del matrimonio. Además, frecuentemente oímos que cada Iglesia local o particular -es decir, cada diócesis- tiene como esposo a un obispo. En todo caso, esta realidad nupcial es un regalo: no es la diócesis la que escoge a su esposo, sino Cristo quien, en su darse, dona un pastor, amable, amado y amante, según su Corazón a cada porción de su Iglesia.

Los obispos, en analogía de índole metafórica, dicen que se casan con sus diócesis. Y ese matrimonio, leído en clave sobrenatural, siempre se entiende como una bendición. En Aragón, hay varias diócesis viudas: Jaca, Huesca, Tarazona y Teruel. Es, sin duda, una desgracia. Por eso, los bautizados que viven en las tierras que las componen deben hacer penitencia y elevar oraciones para que la solicitud del Pastor Universal se haga cargo de la pobreza en la que viven y pronto les proporcione, en su defensa, un nuevo esposo que se caracterice por su santidad.

Comentarios

Entradas populares