Los bienes de la Iglesia de Barbastro
La pregunta sobre la devolución de los bienes secuestrados por la Diócesis de Lérida a la de Barbastro-Monzón me horripila. Me horripila la servil condescendencia de los prelados ilerdenses con los gobernantes catalanes y con la ideología que les caracteriza. Me horripila la falta de fortaleza que impide la aplicación sin demora de los dictámenes jurídicos emitidos por los más altos tribunales de la Iglesia universal. Me horripila el intento del obispado altoaragonés de refugiarse en un tribunal civil que otorgue un equívoco exequatur. Es como si necesitase la protección de un hermano mayor. ¿Demasiado horror para un mes de junio? Demasiado.
Sin embargo, frecuentemente pienso en este problema que resta credibilidad a la Iglesia Católica ante la sociedad civil. Llevo unos días pensando en qué tiene el patrimonio aragonés que atrae tanto a los catalanes. Salvando mi teoría (ingenua) acerca de una nueva denominación para la lengua de los aragoneses de la Franja, de los catalanes, de los valencianos y de los baleares -muchos ya saben que propongo el nombre más englobante y respetuoso con la historia de "Dialecto aragonés-oriental"-, he de reconocer que existe una querencia por parte de los catalanes hacia las manifestaciones culturales de nuestra tierra aragonesa. Esta querencia podría ser calificada de conflicto edípico: el hijo (catalán) se revela contra el padre (aragonés).
Como todo conflicto psicoanalítico, se caracteriza por una alteración o desorden entre dos pasiones fundamentales: amor/odio. Aunque yo no esté de acuerdo con este ordo freudiano que describe el odio como contrapartida necesaria del amor, he de reconocer que es una hipótesis altamente explicativa para el caso que nos ocupa: el hijo (catalán) quiere presentar como propias y conseguidas por él mismo las notas características de su identidad, porque contempla con dolor que la verdad es que son heredadas del padre (aragonés). Esto se ve claramente en la fabulación histórica que frecuentemente realizan los apologistas académicos catalanes y que se expresa en libros de texto, folletos turísticos y paneles explicativos de los numerosos centros de interpretación. Dicha fabula -que como todas las buenas fábulas se caracteriza por la ley interna de la verosimilitud- es creída y defendida por todos los que se han formado en esos ambiente y que ya empiezan a ser demasiados.
Otro episodio del conflicto edípico se encuentra en la nefasta Guerra Civil española. La gran multitud de marginales generados por la burguesa e independentista sociedad catalana, corre debocada hasta Aragón para defender un no se sabe qué (yo dudo de su ideología, tanto como ellos). Al tiempo del avance en su penetración, la horda va acabando con todo tipo de monumentos muebles e inmuebles. Rompen con su tradición quemando iglesias, ermitas y conventos. Queman retablos y funden alhajas, destrozan bordados y tejidos antiquísimos. Se limpian con páginas de códices sustraídas de los archivos antes de quemarlos. Esta es una primera muestra del expolio al que somete Cataluña a Aragón.
El último episodio -a mi juicio, demasiado prolongado en el tiempo- es el de la retención indecorosa y malévola de unos bienes que pertenecen a otro. Algunos contestarán con cinismo que es de justicia retener esos bienes que salvaron del oprobio. Sin embargo, se trata del empeño de hacerse y hacernos creer que eso forma parte del legado cultural catalán. De nuevo el hijo (catalán) que quiere borrar los logros del padre (aragonés). Un anciano prudente, de los que se sientan a la sombra, junto al botijo, reposando la barbilla en la gayata, decía: "Lo que no consiguieron quemar, ahora nos lo quieren robar". Aunque no sea la mejor explicación, me parece bastante ajustada.
¿Comprenden por qué me horripila?
El otro día leí por primera vez algo de María Zambrano y estaba en un libro de Chillida, será coincidencia... Me salvó una noche de desesperación sin sueño!
ResponderEliminarUn abrazo
¡Eres incorregible! Siempre en el anonimato... Me alegro mucho de esa experiencia zambraniana... a pesar de Chillida. En todo caso, nunca y nada de desesperación. Buen verano!!!
ResponderEliminarDesde luego que eres incorregible, anónimo!
ResponderEliminarUn saludo, Jose Antonio!!!
¡Ah!, y sí que lo comprendo, muy bien. A pesar de mis raíces... ;)
ResponderEliminar¿Cómo que a pesar de tus raíces? Son buenísimas! Se conocen por sus frutos. Y en este caso el fruto es excelente (al menos para mí). Espero que el escrito no te haya parecido duro o cínico. Es que el otro día me cabreé un poco con el asunto.
ResponderEliminarMuchas gracias, María!