#refundarsocialismo


Patidifuso. Patidifuso. Patidifuso.

Así me he quedado tras escuchar algunas de las intervenciones de líderes socialistas en las últimas semanas. Aunque existe una serie de tweets con el tema -y con la reivindicación- #refundarsocialismo, quienes lo han pervertido hasta el límite siguen tapándose las vergüenzas y haciéndonos comulgar con ruedas de molino.

No siento ninguna simpatía por el partido socialista ni por su ideología, pero estoy absolutamente convencido de que una de las condiciones para una democracia real -#democraciarealya- es la existencia de partidos con una fuerte identidad y con una transparencia indiscutible. Por esto mismo, no me importa dar ideas a mis contrincantes. Sin embargo, me temo que cualquier socialista que me lea no verá estas indicaciones como una crítica constructiva, sino como una acusación amarga. Las dos cosas, diría yo.

En primer lugar, señalaría una paradoja: el partido socialista (antaño de obreros y españoles) debería diseñar políticas orientadas al bien de la mayoría social de la que reciben su nombre, mas nada de eso. Sus medidas -tácticas, mas que estratégicas- están atomizando más que nunca la sociedad. ¿A qué me refiero? Por ejemplo, al discurso tragicómico de la ministra Chacón. Algo así como que por el bien del partido que ha traído bienes para la mujer y el homosexual, se retiraba de las primarias (a las que no concurría...). Parece que son los únicos frutos de las dos legislaturas con un gobierno mendaz como el de Rodríguez Zapatero. La mujer y el homosexual... Está muy bien, pero, ¿a costa de qué? A costa de un bien mayor y más comunicable: el de las familias.

Contrasta el recorte de políticas en defensa de la familia mayoritaria, para blindar, bien a una parte -importante, pero parte- de la familia, bien a las excepciones cuantitativas y cualitativas, representadas por el minoritario fenómeno homosexual -socialmente nulo y negador-. Extrayendo a la mujer de su entorno íntimo, se destruye el bien de la familia. Presentando al gay o a la lesbiana como actores sociales normalizados, se destruye a la familia. En definitiva, se destruye la sociedad por el interés discutible de algunos átomos que la conforman. Mientras no se reniegue de esta política, será imposible reconstruir la sociedad -educación, trabajo, ciudadanía-.

La siguiente de la acusaciones/propuestas (dos caras de la misma moneda) es el uso de técnicas soviéticas para la manipulación de la opinión pública. El partido socialista no ha cambiado en su maquinaria propagandística de control de las masas. El ejemplo lo tenemos cerca con el #movimiento15M. Aquel domingo festivo en Madrid y en el pueblo la movilización fue estudiantil y laboral: estudiantes sin futuro y trabajadores sin trabajo. Yo mismo me habría unido a ella. Lo manifesté públicamente. En cuestión de horas, las células socialistas -grupos pequeño de 12 ó 15 personas- penetraron en los lugares de acampada con el ánimo de controlar las asambleas. Y lo lograron. Estos mecanismos -ya digo- no son nuevos y siguen siendo eficacísimos. ¿De dónde si no que los manifiestos coincidan con las propuestas de las distintas federaciones socialistas? A Rubalcaba y a sus secuaces se les vio el pelo.

Sirvan estas dos críticas para ofrecer vías de refundación de un socialismo que debe ser lo que nunca ha sido: abierto, trasparente y constructivo. Los demócratas ya no aguantamos la inquisitorial cerrazón de quienes carecen de todo lo que presumen.

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