Disfrutando bajo la lluvia
Ayer fuimos de excursión. Como buen afrancesado y aprovechando la cercanía, insistí a mis colegas para visitar dos lugares "sabrosos" de la cercana Francia. Bayona y San Juan de Luz.
Descubrimos varias cosas. Con una buena compañía, da igual que diluvie o que caigan chuzos de punta: te mojas, pero regresas a casa con el convencimiento de que ha valido la pena. En la vecina Francia, hay una pasión inextinguible por el chocolate. ¡Doy fe! Y, como el chocolate mejora los estados de ansiedad, en esa tierra se puede vivir... a pesar de que no se vea mucho el sol. Experimenté dos seducciones: la que brota de esa chispa de elegancia que se esconde en lo decadente y la que... De momento, me la guardo para mí.
La última sorpresa nos la deparó la tarde (una tarde de perros). Bajo la lluvia, conseguimos llegar hasta la iglesia de San Juan de Luz, con el título de San Juan Bautista. En ella hubo una boda de estado: la de Luis XIV con María Teresa de Austria, hija mayor de Felipe IV, Rey de España. Cuentan las crónicas que tuvo lugar el 9 de junio de 1660. Se levantaron "dos altos palios de terciopelo violeta salpicados de flores de lis de oro". El Rey vestía traje negro y "no llevaba pedrería alguna" y la reina vestía traje real con corona cerrada. Antes de comenzar la ceremonia, el Obispo de Bayona, que oficiaba la misa, llevó al Rey el anillo que este último le entregó a María Teresa. Un tapiz de los Gobelinos inmortaliza el momento.
El templo me pareció impresionante. Con una única nave y un estilo más propio de España que de Francia. Y lo más curioso, el sistema de tres galerías de madera construidas sobre las paredes. Me recordaron a las balconadas de los teatros en los que Lope de Vega y Shakespeare estrenaron sus obras.
Un viaje recomendable, ¡magnífico!
Descubrimos varias cosas. Con una buena compañía, da igual que diluvie o que caigan chuzos de punta: te mojas, pero regresas a casa con el convencimiento de que ha valido la pena. En la vecina Francia, hay una pasión inextinguible por el chocolate. ¡Doy fe! Y, como el chocolate mejora los estados de ansiedad, en esa tierra se puede vivir... a pesar de que no se vea mucho el sol. Experimenté dos seducciones: la que brota de esa chispa de elegancia que se esconde en lo decadente y la que... De momento, me la guardo para mí.
La última sorpresa nos la deparó la tarde (una tarde de perros). Bajo la lluvia, conseguimos llegar hasta la iglesia de San Juan de Luz, con el título de San Juan Bautista. En ella hubo una boda de estado: la de Luis XIV con María Teresa de Austria, hija mayor de Felipe IV, Rey de España. Cuentan las crónicas que tuvo lugar el 9 de junio de 1660. Se levantaron "dos altos palios de terciopelo violeta salpicados de flores de lis de oro". El Rey vestía traje negro y "no llevaba pedrería alguna" y la reina vestía traje real con corona cerrada. Antes de comenzar la ceremonia, el Obispo de Bayona, que oficiaba la misa, llevó al Rey el anillo que este último le entregó a María Teresa. Un tapiz de los Gobelinos inmortaliza el momento.
El templo me pareció impresionante. Con una única nave y un estilo más propio de España que de Francia. Y lo más curioso, el sistema de tres galerías de madera construidas sobre las paredes. Me recordaron a las balconadas de los teatros en los que Lope de Vega y Shakespeare estrenaron sus obras.
Un viaje recomendable, ¡magnífico!
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