Calle San Josemaría, nº ...



El alcalde de Zaragoza, D. Juan Alberto Belloch (PSOE), ha propuesto que una de las calles de nuestra ciudad lleve el nombre del Fundador del Opus Dei. Lo que está más que justificado por la notoriedad del personaje, por su benéfica influencia en la vida de la Iglesia Católica y del mundo, y por su especial vinculación con la Ciudad del Pilar, ha sido puesto en tela de juicio por los de siempre. Chunta Aragonesista, Izquierda Unida, históricos miembros de un "histórico" PSOE y todo tipo de asociaciones de gays, lesbianas y trans -en una clara muestra de cristofobia y falta de objetividad y sentido común- han vuelto a rasgarse las vestiduras.

No obstante, quiero hacer notar otro asunto. No me extraña que en medio del mundo se levante este ruido en contra de alguien que, como buen discípulo del mejor Maestro, se levanta como bandera de contradicción. Lo que me extraña e indigna es que San Josemaría sea proscrito entre los suyos. ¿Por qué no una imagen del Santo de la Vida Ordinaria en la Basílica del Pilar? ¿Por qué no una jornada sacerdotal en su memoria? ¿Por qué no una parroquia bajo su título? ¿Por qué no...? Cuando menos, habrá que recordar que el exceso de prudencia es un vicio y que es peor el olvido de la familia que el ataque de los enemigos.

¿Cómo calificar este olvido voluntario e injusto? Creo que es un nuevo BODRIO que hay que denunciar (y que, enseguida, habrá que reparar).

Comentarios

  1. Es una verdadera desgracia que se considere a San Josemaría como un personaje indeseable en la ciudad de Zaragoza, que tanto le debe. Es otro de los muchos aragoneses demonizados por sus propios vecinos. En Aragón es proverbial la decapitación de los hijos mejores, por lo que tampoco podemos quejarnos de nuestra esterilidad y nuestro enanismo como región...

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  2. Amigo Anónimo: Cuentan los afamados libros de viajeros alemanes y franceses por la España del XIX cómo el vicio dominante entre la gente de nuestra tierra era la envidia. Era y es. Una envidia que se manifiesta en la desconfianza en el paisano y en la tristeza por su bien. ¿Hemos hecho algo por mejorarnos? Si lo hemos hecho, todavía no hemos llegado al óptimo deseable; es más, todavía estamos lejos.
    No se trata tanto de explotar en estrategia de marketing las grandes figuras que han ido a nacer en nuestro terruño, como de devolverles con justicia tantas bondades como nos han brindado. Sin duda, es el caso de San Josemaría.

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