Por cierto, era amigo de Franco...


Pues sí... Con estas palabras ha concluido una reflexión en voz alta, nacida al hilo del comentario de una de las tesis doctorales de Foucault, en concreto Historia de la locura en la época clásica (1961). Una reflexión que prometía, pues el reflexionante había logrado hilar filosofía, literatura, medicina y cine. Sin embargo, la cláusula "Por cierto, era amigo de Franco..." lo invalidó todo por la bajada de nivel. Es decir, por la impertinencia. Impertinencia que no es una mera ofensa, sino, sobre todo, falta de propiedad y rigor en el establecimiento del conocimiento por causas.

Sublime la reflexión en torno al par locura/razón que, sustraído a las ciencias humanas y morales, aparece como insolucionable para una medicina poco integradora. Cuando algo como la locura se intenta solucionar técnicamente aparece, por ejemplo, la leucotomía que se conoce más frecuentemente como lobotomía frontal y que consiste en la ruptura de la corteza prefrontal del cerebro. Así se consigue que el "loco" se tranquilice hasta alcanzar una ataraxia de índole vegetal. El inventor de la técnica fue el portugués Antonio Egas Moniz. La puso en práctica en 1936 y semejante trabajo le hizo merecer un Nobel de Medicina: el de 1949.

¿Se daría hoy un Nobel a un avance de estas características? No lo sé y no quiero perderme en imaginaciones. Lo que parece claro es que una "técnica" no soluciona el drama humano que se da en la locura. Lo esconde. Lo mata. Lo... pero no lo solventa. En todo caso, ahonda en la exclusión social que sufren los no cuerdos.

Hasta aquí de acuerdo. Pero, ¿qué aporta que Egas fuese amigo de Franco? Respecto al razonamiento nada (a no ser que el Nobel de este médico lo consiguiese la influencia internacional indudable que en 1949 tenía el Jefe del Estado español...). Respecto al razonador una intensión inadecuada en un aspecto que de puro marginal para la cuestión es irrelevante. En definitiva: es una caída en el tópico que no se puede tolerar en el ámbito de la universidad. A lo mejor sí, en la taberna.

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