Una bandera tricolor


Roja, amarilla y morada. De arriba abajo. Durante años viajó a Francia o a otros países de Europa y América. En España parecía olvidada, pero desde hace unos pocos años ha vuelto a verse ondear por nuestros vientos.

No es la bandera española, porque es un signo marcadamente ideológico y la bandera nacional no es reducible a una ideología. La bandera de un país es nacional y basta. De todos en general y de ninguno en particular. Precisamente porque fue bandera de España regida por una Constitución -la de 1931- que ya no es la española, sino que lo fue; su lugar es un museo y no las calles, salvo que se quiera hacer una fiesta, como esas que tanto están proliferando, en la que los habitantes de una localidad o de un barrio se disfracen a la usanza de otras épocas para recordar lo que ya es pasado. Lo que nos marcó y, sin embargo, hoy ya no tiene la palabra. Este tipo de miradas al pasado no me convencen nada y, en especial, me disgusta la mirada nostálgica a una II República que se tiene por la panacea. Una mirada que olvida que ese Estado, introducido traumáticamente en una España mayoritariamente tradicional, sacó las cosas de quicio y desarrolló algunos factores necesarios para el desencadenamiento de una guerra: la Civil.

El pasado sábado, el día 10 de abril de 2010, se inauguró un monolito en el zaragozano barrio de Valdespartera para avivar la memoria de los socialistas, republicanos, sindicalistas, anarquistas y demás que, lógicamente, no se sumaron a la sublevación militar. ¿Cuántos? Los muertos son siempre demasiados. Más, los asesinados. En el acto se congregaron algunos descendientes de estos y también simpatizantes de sus ideologías. En las imágenes del acto -al menos en las que yo vi y de las que dispongo- no hubo fotografías de los muertos, no hubo bandera de España. Sí hubo bandera tricolor. La misma bandera que había sido agitada por las distintas generaciones de republicanos, la misma que hizo suya la Constitución de 1931. La misma que, en vez de unir, dividió a los españoles en manipulables manipulados con su manipuladores y resto de una España anticuada que no merecía siquiera estar en el Gobierno (aunque contase con los votos). Esa enseña que adoptaron los hijos ilustrados de los padres absolutistas que, en el fondo, siguieron haciendo lo mismo: todo para el pueblo pero sin el pueblo.

Hay dos banderas que fueron las de España y ahora ya no lo son. En las calles provocan porque hay quienes se esfuerzan por aumentar el abismo que divide a las dos españas. Quizás por eso nuestra Constitución -sí, la de ahora- diga en su artículo 4 que "la bandera de España está formada por tres franjas horizontales, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas". Quizás por eso y para ahondar en el carácter integrador de nuestra democracia, el legislador y el gobernante, en la Ley 33/1981, de 5 de octubre, estableciesen un nuevo escudo para nuestro país.

Sin embargo, en una omisión irresponsable, parece que nadie se atreve a mostrar su repulsa por el uso ideológico de la bandera tricolor que, en definitiva, supone un atentado contra el espíritu democrático que orientó nuestra transición. Un momento hecho por las renuncias generosas de todos a favor de la concordia.


Comentarios

Entradas populares