0´05 %


El dibujante habló de providencia. Yo no me atreví a tanto, pero la verdad es que la velada de ayer fue tan original que no se puede explicar recurriendo a la planificación. Tampoco a la casualidad. Eramos cinco. O habíamos de ser. El peruano no acudió y el pluriempleado tampoco. Por tanto, a eso de las 20:45, en lo que hasta hace unos meses era la calle Capitán Portolés, sólo estábamos los que celebraban su aniversario de bodas -¡10 años ya!- y servidor. Evitados los malos humores por las ausencias, dimos buena cuenta de una frugal cena.

A la salida, el calor nos sugirió un paseo y un helado. Paseo sí hubo. Helado, no. A lo que nos dimos cuenta estábamos en el tan socorrido Odeón. Sin llegar a sentarme, me percaté de la original presencia del dibujante que, apenas saludado, sintió la obligación de pontificar -trazar puentes- entre su mesa y la nuestra. La suya era tan original como el personaje: un incinerador de cadáveres de ideología maoista, una cuentacuentos residente en Canarias y una físico-química-política-cultureta-reconvertida-a-trabajadora-social la mar de divertida (y, al parecer, de mi edad: lo cuál puede ser sumamente explicativo cuando nos vemos en la necesidad de dar cuenta de determinadas peculiaridades). Si el tiempo se contara por mojitos, diríamos que fueron dos y que dieron para mucho: hasta para ir y volver a Bielorrusia, visitando en el Próximo Oriente una caverna donde hay quien dice que se encuentra el craneo de Stalin, entre otras osamentas.

Pero, en fin, me centraré en la conversación con el incinerador maoista (a partir de ahora: IM). Como debía madrugar más que la media, se marchó antes. Sin embargo la comunión conversacional fue intensa: de un 99´95 %. Antes de seguir, el cáculo es aproximado. Aproximado por mí a ojo de buen cubero. El IM, después de responder a mi pregunta sobre la conveniencia de la incineración y contarme su experiencia disponiendo la red informática de la sede de la Delegación del Opus Dei en Zaragoza, pasó a dictarme tan convencido como vehemente, poniéndose en pie, cómo devolver la credibilidad a la Iglesia Católica. "Es necesario un compromiso fehaciente que obligue a cada católico a ser auténtico. Y al que subvierta dicho compromiso hay que echarlo sin dilación", me decía con los ojos chispeantes. Totalmente de acuerdo en: es necesario un compromiso, todo católico debe ser auténtico, hay que ser inflexible con las defecciones fruto del pecado. Hasta ahí la comunión; ahora, el 0´05% de desacuerdo. Ese mínimo índice es el de la MISERICORDIA, porque ningún pecado es más grande que la persona que lo comete y porque la Iglesia, al ser fundada, ya era de santos y de pecadores: santa en la Cabeza, pecadora en los miembros.

Creo que no me alejo de la realidad al pensar que cuando falla la integridad de un maoista, aparece algo tan humano como la hipocresía: esos dirigentes comunistas y comunitaristas que son capaces de esclavizar a sus súbditos con la excusa del bien de la comuna. Mientras que, cuando falla un católico, aparece una doble posibilidad: bien, la hipocresía tan humana; bien, la misericordia tan divina. Y la misericordia está en un sacramento: el de la penitencia. Si la Iglesia subsiste, es por la misericordia de todo un Dios capaz de crear y de recrear. Esto último no pude decírselo al IM. Pero creo que alguien tan entero lo habría entendido o, al menos, habría comenzado a hacerlo.

Seguimos hablando acerca de quien se sentó en un pupitre que ahora se encuentra en la casa del dibujante y sentamos las bases de un negocio. A las dos, intentaba dormir, pero el calor me lo impedía. Por cierto, al acabar, ya no celebrábamos el aniversario de mis amigos, sino el 41 cumpleaños de Cristina. He dicho el nombre: ¡perdón!

Comentarios

  1. Me dejo pasar (no debería interrumpir mi estudio) para disculparme. Lo siento, de veras, pero una salidica en medio de la semana me quebranta demasiado el poco ánimo con que me deja el estío. Me encuentro encerrado, ahora en casa del filomelinense. Seguro que me perdí todo de lo mejor: la frugal cena, el añorado (por la compañía) y agradable Odeón, e incluso la apasionante conversa (peruanísmo) pero gracias porque nos llevas siempre desde esta ventana a husmear (2ª acepción) esos ratos maravillosos que vas viviendo. Gracias hermano, la próxima será...

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  2. Espero que no hayas entendido el detalle descriptivo como una recriminación. Si hubieses estado, todo habría sido de otra manera, ¿no? Es lo que tenemos: no somos muebles, ni nos movemos en el vacío. Aunque la verdad es que te echamos de menos, ¡somos unos sentimentales! Mañana nos veremos. Acabo de llegar de Tou..., perdón, de Letux

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