El hábitat del pederasta


¿Qué hay que hacer con un pederasta? Todos coincidimos en afirmar que hay que condenarlo. Abusar sexualmente de un niño es algo incalificable. Es decir, por mucho que nos esforcemos en buscar adjetivos para ilustrar la bajeza de estas acciones, no los encontramos. Sin embargo, al pasar revista a los códigos penales de los distintos países nos encontramos con que algo tan penoso no está castigado con mucha severidad. Sirva como ejemplo España. Aquí un abusador de menores pagará entre 1 y 3 años de cárcel o una multa. Ante esta desproporción, naciones europeas como Polonia y Holanda se están planteando medidas más contundentes que podrían llegar hasta la castración química.

¿Qué hay que hacer con un cura pederasta? Si cualquier tipo de ejercicio pedófilo es repugnante, en este caso lo es más. Así lo comprende la mayor parte de las personas que, aunque afirmen lo contrario, siguen contemplando a la Iglesia Católica como un referente de moralidad en nuestro mundo globalizado. La respuesta a esta pregunta ha de tener al menos dos niveles. En primer lugar, el pederasta ha de someterse a las autoridades judiciales ordinarias del lugar en que ejercita su labor. Pero no es suficiente. En segundo término, debe sujetarse a la pena canónica prevista para estos casos y que consiste en la expulsión del estado clerical mediante sentencia judicial emitida por la Congregación para la Doctrina de la Fe que es competente para estos casos. Esta pena conlleva la prohibición de desempeñar cualquier tipo de actividad en la distintas instituciones que dependen directa o indirectamente de la Iglesia: parroquias, colegios, centros de tiempo libre. Por supuesto, esta sanción es de obligado cumplimiento en cualquier rincón del mundo.

Junto a estas dos preguntas, hay que hacer una tercera que se refiere a la prescripción de estos delitos. Resulta paradójico que en los ordenamientos jurídicos civiles un pederasta no pueda ser juzgado cuando han transcurrido algunos años desde la comisión de su delito. Por el contrario, en la legislación canónica propia de la Iglesia Católica existe la posibilidad de que la responsabilidad ante este tipo de abusos no prescriba hasta la muerte del reo.

Pero, ¿es esto suficiente? Parece que no. La realidad de la pederastia esconde unas oscuras raíces difícilmente detectables. La primera cuestión que debe someterse a un estudio serio es la del carácter de la pedofilia, entendiendo por esta la inclinación sexual que determinados adultos experimentan hacia los niños. La cuestión expuesta sin paños calientes sería si los pederastas -los que ejercitan la pedofilia- son monstruos, delincuentes o enfermos mentales. Junto a esto sería necesario estudiar si es posible su cura o rehabilitación. No es una cuestión cerrada. En los círculos médicos hay quien entiende que esta desviación tiene su origen en una alteración hormonal. Otros piensan que es una alteración de tipo conductual de carácter progresivo. Si bien, todos coinciden en que existe la posibilidad remota de que, con un tratamiento terapéutico adecuado, los pederastas podrían dejar de cometer actos tan aberrantes.

Mientras se despejan estas incógnitas, se levantan voces que piden un registro público de pederastas que sirva para imposibilitar cualquier tipo de interacción social en la que estos puedan intervenir. En un primer momento, esta medida puede parecer suficiente e incluso satisfactoria pero si ahondamos más descubriremos que la mayor parte de los casos de pederastia no se dan en los colegios ni en las parroquias sino en las familias: un 60 % de los abusos sexuales a menores se dan en el entorno familiar, un 30 % se perpetran por parte de agentes relacionados con los niños (entre ellos, sacerdotes y maestros) y, finalmente, un 10 %, por extraños. Con estas cifras es fácil caer en cierta desesperanza. Sin embargo, lo único que indican los números es que a la pederastia no sólo hay que responder con la represión de los delitos y los delincuentes, sino que es necesaria y urgente la prevención. Prevención que debe traducirse en una exigente selección de los educadores de los niños y en una cuidada formación en las virtudes que permita hacer frente a los riesgos que presenta una sociedad que podríamos calificar de pansexualista y que funciona como adecuado caldo de cultivo para cualquier perversión o parafilia de tipo sexual.

Comentarios

  1. Volví, José Antonio. Para decirte cosas nuevas. El tema me gusta, y el paralelismo entre las justicias también. Aunque la prosa es un poco árida... Una pregunta: si a un cura pederasta le condena la justicia canónica, no puede recuperarse? Es decir, no podría volver a ejercer nunca más?
    Creo que el final está demasiado tarde, pero es tu opinión, por la que redactas el resto de la columna. Me gusta tu punto de vista y la sugerencia de una sociedad pansexualista. En esas últimas frases dices mucho, pero en pocas palabras. Y si haces una versión un poco más extensa para el blog?

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  2. Muchas gracias por tu comentario. Estoy totalmente de acuerdo: es una prosa árida, pero no quería que el tema se me fuera de las manos. Además, tratarlo de otro modo hubiese sido elegir entre una poesía que no controlo o la truculencia desenfrenada de los que quieren cabezas cortadas. Por supuesto, voy a ampliarlo. Sobre la expulsión del estado clerical te diré (o te digo) que es la principal pena a la que se puede condenar a un sacerdote. Sólo se produce en ocasiones gravísimas, cuando un ministro del Señor se sirve de su potestad para el pecado más grave. Sin embargo, la misericordia de Dios no se agota.
    Gracias!!!

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  3. Hola Jose Antonio, a mí no me parece muy árido, la verdad; quiero decir, que me lo he leído del tirón un sábado a las 9 de la noche, así que enhorabuena.
    Pero lo siento, no me gusta el enfoque. Demasiado "jurisdiccional"(no sé si es esta la palabra, espero que entiendas lo que quiero decir) para el tema que es. Creo que hay alguna ocasión en la que el ansia de escribir desde otro punto de vista nos puede. y este tema da para mucho más porque en mi opinión no llegas a la crítica abierta y dura, que sí, se han hecho muchas, muy buenas y malísimas, dicho sea de paso. Y con esto no quiero decir para nada que no haya crítica eh!, ya me entiendes

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  4. Gracias por tu comentario y por tus sugerencias. Los extremos de mi posición son los siguientes:

    a) Tolerancia cero con la pederastia. Dentro y fuera de la Iglesia.

    b) La Iglesia debe mostrarse particularmente inflexible con estas perversiones, Así, debe castigar a los religiosos que caen en semejantes aberraciones.

    c) El Derecho Penal está poco desarrollado en la Iglesia y los obispos no siempre se atreven a ejercerlo.

    d) Tolerancia cero para los 30.000 españoles que cada año van a los paraísos sexuales a aprovecharse mujeres, hombres y niños inmersos en la pobreza.

    e) Estadísticas completas.

    f) Verdad con la Iglesia.

    Más o menos... Eso sí, si cojo a la Maruja Torres, no sé que le hago

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  5. Hola José Antonio. He tardado unos días en pasar por aquí.
    Me ha gustado tu artículo pero lo cierto es que, en mi muy humilde opinión, le sobra el último párrafo.
    Es evidente que donde hay más abusos es en el entorno familiar y es lógico porque en ese entorno es donde transcurre la mayor parte de sus vidas. Es doblemente penoso que un niño pueda sufrir abusos por parte de un "ser querido". Pero lo cierto es que, ese último párrafo, me suena a excusa cara a la iglesia.
    Que disfrutes de la Semana Santa,

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  6. Siempre bienvenida, María!
    Ya se ve que no he conseguido lo que quería, pero lo cierto es que no era fácil. Buscaba comentar desde la perspectiva de un observador externo. Sin embargo, no puedo ocultar mi amor filial a la Iglesia. Sí, a la santa y a la pecadora.

    NO EXCUSO ESE TIPO DE PECADOS QUE, A LA VEZ, SON DELITOS. Es más, hablo de que deben penarse civil y canónicamente. La Iglesia no puede aplicar más dureza, la sociedad civil, sí.

    El último párrafo... Desgraciadamente esos son los números. Pero todavía hay más: ¿Qué pasa con los 30.000 españoles que cada año dedican sus vacaciones a visitar los paraísos sexuales donde todo es fácil y barato? Sí, allí es fácil, barato y discreto humillar a esos niños y a esas mujeres y a esos homosexuales...

    Además estoy convencido de que para acabar con la pedofilia hay que acabar con la pornografía infantil y que para acabar con la pornografía infantil es necesario acabar con la pornografía en general También con la pornografía blanca y con un esbozo de guión que son las series que consumen nuestros niños y jóvenes.

    El sacerdote no es ajeno a esta sociedad enferma. Por eso, la salud espiritual del clero repercute positivamente en la de la sociedad y viceversa.

    Estamos juntos en esto: TODOS. Para encontrar la solución el único camino que no sirve es el de la farisáica búsqueda de un chivo expiatorio.

    Perdona por el desahogo. Te deseo una santa Semana Santa,
    José Antonio

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  7. Soy yo otra vez!me uno contigo contra Torres!
    Tú mismo lo has dicho y has enumerado seis puntos; en mi opinión, podrías haberte centrado más en b y c, incluso más en c y otra cosa, hay veces que uno no se puede poner como observador externo y no por eso, deja de ser aceptada una opinión
    Felices vacaciones!!

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