Amigo Hawking...

El "profeta de la muerte de Dios", en el ámbito de la cultura y de la filosofía, fue Nietzsche. Mi amiga María (la Zambrano, sí) lo admiraba con locura, pero eso no era estorbo para que lo criticara con pasión y con razón. Por eso, escribió:

"No se libra el hombre de ciertas "cosas" cuando han desaparecido, menos aún cuando es él mismo quien ha logrado hacerlas desaparecer. Podrían dividirse las cosas de la vida en dos categorías: aquellas que desaparecen cuando las negamos y aquellas otras de realidad misteriosa que, aun negadas, dejan intacta nuestra relación con ellas. Así, eso que se oculta en la palabra, casi impronunciable hoy, Dios" ( María Zambrano, El hombre y lo divino, 1973).

Hawking, "un amigo del pueblo", resuelve ciertos enigmas de la física. Pero olvida que, con su método, nunca podrá explicar esa precisa/preciosa mezcla de orden y desorden que se da en el universo. Por eso, el que lee con cuidado la realidad se da cuenta de que la verdad que nuestro ilustre científico ha alcanzado con su prodigioso desarrollo de la ciencia experimental no hace más pequeño a Dios. Dios sigue siendo Dios.