Noche Vieja, Año Nuevo


Cuando una denominación se impone, no hay nada que hacer. Eso ha pasado con el sumamente inapropiado "género" (del británico gender) que se actualiza cada día en los medios de comunicación con el empleo de la repugnante locución "ideología de género". ¿Hasta cuándo los académicos de la lengua permanecerán en el baluarte defendiendo el uso se la palabra "sexo"? Espero que nunca les falten víveres para resistir.

Otra denominación triunfante es de Noche Vieja, Año Nuevo. La reflexión de hoy gira en torno a lo del "Año Nuevo", que también forma pareja con "Vida Nueva". En general, la materialidad del refrán "año nuevo, vida nueva" es falsa. Es la misma vida que continua y discurre no sólo hasta su desenlace, sino, sobre todo, hasta su fin. Muchos días 1 de enero he predicado de esto. Sin embargo, cuando mi amigo César, primer bonete de la diócesis cesaraugustana, me pidió un favor muy determinado, no pude por menos que relativizar mi taxativa condena. El favor es asistir a la celebración de una boda en la parroquial de san Felipe el próximo 31 de diciembre de 2010 a las 5 de la tarde. En este caso, es clarísimo que para los nuevos esposos comienza, con el cambio de año, una vida nueva.

Vida nueva, porque contraer matrimonio es un acto que cumple los requisitos necesarios para que un suceso sea tenido por "acontecimiento histórico". En concreto, que a partir de ese preciso instante la forma de vivir en sociedad adquiera una dimensión pública bien definida. Los nuevos esposos, que actuarán ya como una sola carne, desarrollarán todo y desde ese momento como específicamente matrimonial. Ora coman, ora beban, ora duerman, ora trabajen, ora vaquen, todo será matrimonial. Incluso, cuando ella se tome el necesario café de desahogo con su íntima amiga de toda la vida, lo hará matrimonialmente. O cuando él (perdón por los tópicos) acuda con su farias al partido de fútbol con sus amigotes, lo hará matrimonialmente. Por eso, no me gusta la célebre desiderata oriental de las cuerdas del laud perpétuamente separadas. No, de separadas, nada. Juntas, aunque no se vea. Los dos están incorporados y ese es el sentido de la mutua entrega y fidelidad.

Como se ve, estos sufridores que les van a ahorrar a muchos amigos la cena de Nochevieja van a inaugurar el Año nuevo con una vida nueva. ¡Qué bonito! ¡Vita nuova! Como Dante...

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