Un quinto evangelio: peregrinar a Tierra Santa

He estado en Tierra Santa. Llegué el 7 de febrero y regresé el 15. He tomado algunas notas, que no son una crónica de viaje ni un diario espiritual: son, sencillamente, unas notas, que complementadas con alguna foto quieren hacer partícipe al lector de lo que, ya oído, ahora he tocado y he visto. Espero que sirvan.

El equipo de Pueblo de Dios a la entrada de Caná
La T-4 de Barajas cumple variadas funciones. Lo de menos es que de allí partan muchos o pocos vuelos, sino que todos son distintos. Lo más es que en esa terminal comiencen peregrinaciones. Caminos recorridos por la fe en busca de un tesoro valioso. La nuestra, sin ir más lejos. El grupo es sensacional. Padre Teodoro es el guía y mucho más que guía, diría. Su perilla confirma la excepcionalidad del personaje. No quedan muchos de estos franciscanos de rostro arado por el sol. Periodistas. Si. Periodistas. El equipo de Pueblo de Dios al completo. "Incrustados", esa es la palabra, como los corresponsales de guerra; sobre todo, templarios sui generis. Aquellos eran mitad monjes, mitad soldados. Estos, comunicadores y apóstoles cien por cien. Ahora están sacando unas tomas. Sacerdotes, laicas y servidor. Servidor, mimado por una azafata más maja que las pesetas. En una hora llegamos a la capital de Israel. Ya estamos.

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