Sine tuo numine...
Carmen me decía ayer o anteayer que últimamente no escribo nada en este pequeño espacio tan cerrado como abierto. No era un mero decir, era, más bien un recordar y hasta un reprochar. Aunque yo me sé muy bien que sus reproches nunca son dardos hirientes sino signo inequívoco y probado de amistad. Le di largas. En estos momentos de vacaciones soy libre de dar largas y de vivir a la larga. Es una cosa muy divina. Tanto, que la liberalidad que se predica de Dios se llama también largueza o, en latín, larguitas. Me gusta más en latín.
Pero, ¿por qué no escribo? No es por falta de ideas. De hecho un montón de "escurrimientos" pueblan el lugar de las ideas, que, pese a lo que muchos piensan y defienden, no es el cerebro. Que, ¿cuál es entonces ese lugar? ¡Por favor! Si las ideas son espirituales, ¿cuál es el lugar de lo espiritual? ¿Cuál es el lugar de lo que se caracteriza por su inmaterialidad? Siempre lo hemos dicho: "el saber no ocupa lugar". Corto la digresión y resumo. Tengo muchas ideas.
Por ejemplo, tengo muchas ideas surgidas al hilo de lo político. Me darían para escribir muchas entradas. Sin embargo, no voy a hacerlo. Sería lo más fácil. Lo decía un ilustre periodista dedicado, tras el paso de los años, al columnismo y a la opinión: "Cuando no tengo algo interesante que contar, hablo de política". Sí, hablar sólo de política -cada vez estoy más convencido- es signo de la falta de inspiración y de trabajo reflexivo.
No escribo porque me da miedo destrozar lo que pienso. Este temor platónico me ha asaltado en la última semana. Ya sé que acabaré escribiendo. Pero he querido darme una semana, unos días, de escucha y contemplación. Estoy a la espera de la historia que haga saltar el resorte. Esa historia que se ve y se comprende como el canal conveniente para la distribución del pensar. Estoy a la espera de los diversos modos de significar que me permitan mostrar lo que es. Mostrar lo real. Estoy a la espera de las analogías que superan a las metáforas. Estoy esperando.
Numen. La inspiración. No es un momento de novedad individual e individualista. Es una presencia de lo divino que rompe la barrera entre entusiasmo y delirio. Sine tuo numine...
¿Suena a autojustificación? Espero que no. Buscaba más bien hacer una confesión.
En lo que más de acuerdo estoy es en que las ideas no habitan en el cerebro. Me ha encantado esta disgresión. Inspiración divina, de Dios. Antes de comenzar a estudiar periodismo, ya lo tenías dentro.Concédete largas ... descaaaaansa y saborea el balsamo del alma.Nosotros seguiremos esperando tus pensamientos.
ResponderEliminarGracias por acompañar y por esperar, Gracias por pasarte por aquí. Gracias
ResponderEliminarDichoso tú querido amigo...que descansada vida...Para pensar y ordenar el pensamiento hay que tener tiempo y lo cierto es que no se como estoy leyendo y escribiendo en tu blog, Ahora estoy sin tiempo (¿Es posible esto?, o carente de tanto tiempo como quisiera...Agobiado por mil tareas antes de tomar el camino de vuelta...13 días y ya está!!! pero cómo quisiera que ya pasaran y que pasaran sin tantos papeles encima de mi mesa...No sabes que ganas de pasear y conversar con los buenos amigos...pronto, pronto, muy pronto. Un saludo.
ResponderEliminarÁnimo que no queda nada. Entre la vorágine y las ganas, estos diez días se te pasan en un suspiro. Huelga decir que TE ESPERAMOS!!!
ResponderEliminarYa somos dos!Pero si siempre que estés escaso de ideas o que no haya una idea lo suficientemente importante para escribir sobre ella, escribes algo así, yo seguiré encantada de leerte
ResponderEliminarMuchísimas gracias!!! Lydia, la verdad es que animas mucho y bien. ¿Ya estás en Zaragoza?
ResponderEliminar