Benedicto XVI a los seminaristas (V))


Piedad popular. No es el enemigo a vencer, sino un ejercicio del sentido de la fe de los cristianos. Cuantos pastores, equivocados, se han cargado algo precioso que ha sostenido la piedad de los creyentes y ha hecho santos. La religiosidad popular es de la Iglesia. Un nuevo ejemplo de solicitud pastoral del Santo Padre:

"Sabed apreciar también la piedad popular, que es diferente en las diversas culturas, pero que a fin de cuentas es también muy parecida, pues el corazón del hombre después de todo es el mismo. Es cierto que la piedad popular puede derivar hacia lo irracional y quizás también quedarse en lo externo. Sin embargo, excluirla es completamente erróneo. A través de ella, la fe ha entrado en el corazón de los hombres, formando parte de sus sentimientos, costumbres, sentir y vivir común. Por eso, la piedad popular es un gran patrimonio de la Iglesia. La fe se ha hecho carne y sangre. Ciertamente, la piedad popular tiene siempre que purificarse y apuntar al centro, pero merece todo nuestro aprecio, y hace que nosotros mismos nos integremos plenamente en el "Pueblo de Dios".

Comentarios

  1. La piedad popular... No podemos dejarla al margen y menos juzgarla. Pero si unas personas llegan andando al Pilar desde un pueblo y se emocionan hasta casi llorar, al entrar en el templo; cuanto más no llorarían al recibir a Cristo mismo en la Eucaristía. Quíza si esas personas dejaran acercarse a Cristo y le abrieran su corazón, su piedad popular se convertiría en una fé sólida. Pero quien soy yo para juzgar a nadie.

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  2. A mi me consuela pensar, por ejemplo, que cada paso que dan los participantes en la Ofrenda de Flores del 12 de octubre hacia la Virgen es un paso a Jesús. Me gusta pensar que se cumple aquello de que "a Jesús siempre se va (y se vuelve) por María". ¿Cuántas de nuestras parroquias zaragozanas introducen en sus monumentales programaciones actos para mover la fe de esta gente? Es como si hubiera un abismo infranqueable entre fe y devoción. Como si se dijera: estos no me interesan, son unos mentirosos. Cuando la verdad es que se emocionan e intuyen algo... ¿poco? Mucho no parce que sea, pero a ello nos hemos de agarrar para evangelizarlos. Un abrazo,

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