El "anti-quijote"
Cervantes y su novela "El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha" han sido durante siglos, no sólo el autor y la obra cumbre de la narrativa hispanica (y, para muchos, mundial), sino también el santo y seña de la personalidad del español tipo.
Tanto es así, que el "Diccionario" de la Real Academia Española recoge en buena parte de sus ediciones la voz "quijote" y su derivada "quijotada". La primera acepción de "quijote" es "hombre que antepone sus ideales a su conveniencia y obra desinteresada y comprometidamente en defensa de causas que considera justas, sin conseguirlo". Por su parte, una "quijotada" es la "acción propia de un quijote".
Hoy, a la vista de la más absoluta actualidad española, propongo que en la próxima edición del "Diccionario de la lengua española" (la vigésima tercera) se incluyan las voces "garzón" y "garzonada". ¿Por qué? No hay duda acerca de la amarilla notoriedad que, en las últimas décadas, ha alcanzado el juez titular del Juzgado Central de Instrucción, nº 5, Baltasar Garzón. Este juzgado, que está integrado en la Audiencia Nacional, tiene la suerte de contar con la estrella más radiante de la judicatura. Por eso, no ha de extrañar que si se introduce en el cajetín de búsqueda de Google el nombrecito de marras -B.G.-, se encuentre la friolera de 903.000 resultados. Si hacemos lo propio con "garzonada", los resultados son 8.650. El número de entradas no es nada desdeñable.
¿Qué aportará al léxico del español la introducción normalizada de estas voces? En primer lugar, el reconocimiento de lo adecuado de su uso. En segundo lugar, los antónimos más precisos conceptualmente de "quijote" y "quijotada". Para su definición, bastaría, inicialmente, con tomar la de "quijote" y sustituir "sus ideales" por "su ideología" (en el peor sentido de ideología, por supuesto). Lógicamente, "garzonada" significaría la "acción propia de un garzón".
Además, habría que añadir otro matiz a las nuevas voces: tanto "garzón" como "garzonada" incorporarían el sentido de "obrar en contra de la justicia, sirviéndose de ella". Y, aun así, sería insuficiente. Deberíamos completar las definiciones incorporando la "inhibición" como término (y no fin) de las acciones propias de un "garzón".
A pesar de la necesidad de estas incorporaciones a nuestro "Diccionario", veo un inconveniente: el juez Garzón alcanzaría la fama que busca y pretende, por encima de todas las cosas, con cada una de sus acciones, palabras y silencios.
¿Merece la pena pagar este gravoso arancel o será mejor que se hunda en el olvido?
Querido Sr. Calvo:
ResponderEliminarPor una vez no estoy en acuerdo con Vd. Ya quisiera este personaje con toga pasar a la Historia del léxico español. Sólo por no darle el gusto, mejor que no. Pero es que ya hay término que lo define, MASÓN. En su segunda acepción está claro:"Persona que pertenece a la masonería." Pero la primera tampoco es desdeñable:"Bollo hecho de harina y agua, sin cocer, que sirve para cebar las aves." Sin comentarios.
La que sí que habría que introducir es "Masonada" que no está.
Amigo Ángel:
ResponderEliminarGracias por su comentario. Sin duda alguna el juez Garzón en un gran masón... aunque poco discreto. Lo que más me molesta es que cene impunemente con Zapatero, con Gallardón y Rajoy y, si me apura, incluso, con JCBB. En el fondo, esta democracia, esta monarquía parlamentaria, es una patraña.
Hágamos un grupo en facebook pidiendo la inclusión de "masonada" en el Diccionario.
Un saludo