Expresando

Llevo varios días pensando acerca de las incursiones que, durante estos años, he realizado en el "mundo" de la cultura. Pongo entre comillas "mundo" porque sólo existe uno. Es un solo mundo, referencia real para todos, al que nos acercamos desde distintas perspectivas. La de la cultura es una de ellas.

Mi primera experiencia querida y consciente tuvo lugar antes de aquel 24 de enero de 1999. Unos años antes. No puedo decir que fuera una huída del ambiente del seminario, pero sí una necesidad buscada. Constituyó una apertura más que un encerrarse. Apertura a la música. A una música muy concreta que me aportó una cobertura de alto nivel para mi caminito espiritual y, al mismo tiempo, el cauce para su expresión. Esta música es el Canto Gregoriano. No voy a hacer disquisiciones sobre el valor universal de este tipo de canto, pero sí voy a señalar que, para un seminarista con la sensación de tener las alas cortadas, resulta una buena forma de trascender un sistema educativo que, con tintes de progresía, no dejaba de oler a rancio, muy rancio. Por supuesto, el descubrimiento de una expresión artística supuso el encuentro con personas muy especiales. En este caso, con Luis Prensa -un Alcuino de nuestros días- y con todo aquel grupo nada anónimo que fue conformando la Schola Gregoriana Domus Aurea.

La segunda experiencia ya fue tras el mencionado 24 de enero de 1999. Fue un encuentro -después lo he entendido- muy marcado por lo espacial. Fue el espacio lo que propició conocer a Josep y Gemma. Ellos (junto a sus hijos G. y G.) fueron las personas que me abrieron el horizonte hacia una expresión artística de carácter plástico. El Bajo Aragón y la Terra Alta fueron para mí un cruce de caminos que, al mismo tiempo que me abría a la espiritualidad del pastor, me acercaba -o, mejor, me alejaba- a la frontera de las artes. Por cierto, este espacio vertebrado por el río Matarranya también me trajo a un niño que, con el tiempo, he identificado como Miquel y con el que comparto pupitre. Josep Asunción y Gemma Guasch (Creart) me abrieron a "La interior bodega". Efectuad, con paciencia, un recorrido por ella.

Sí las experiencias relatadas hasta ahora vinieron marcadas, respectivamente, por el gusto y el espacio, la tercera vino de la mano de la obediencia. Obedeciendo me encontré abriendo la puerta de la expresión artísitica literaria. De la mano del profesor De la Rica, descubrí el rastro evidente del vivir humano en las más grandes obras literarias de Occidente. Descubrí más cosas: por ejemplo, que hay que ser menos complicado para leer una página y que es así como se vislumbra el misterio en el que vivimos, nos movemos y existimos. Os propongo una visita exhaustiva a su Hobby Horse. Sé que algunos ya lo habéis hecho.

¿Tienen algo en común Luis, Josep y Gemma y Álvaro? Sí, claro que sí. Una fe profunda. Quizás es eso lo que permite la sintonía. No es una fe cualquiera. A todos les lleva a vivir a la intemperie. Tendiendo la mano a los que están fuera, con riesgo para ellos, para decirles uno a uno: "Entra en la ciudad". Por eso, sé bien lo que necesitan y lo que con agradecimiento debo darles.

Dos reflexiones finales (ante un hortus apertissimus):

¿Qué ha hecho la Iglesia española con los artistas? Creo, reconociendo que en mi generalización soy injusto y que si no la hiciera aún lo sería más, que ha dejado de lado la expresión artística y, con ella, a los artistas. No hay derecho. Recuperarlos, dialogar con ellos es ahora harto difícil.

¿Es extraño a mi ministerio este afán cultural? Espero y busco que no sea la secuela de una ruptura inerior. Espero y creo que, al que lucha por contemplar al Sumo Bien, las distintas expresiones artísticas no le alejan de Él, sino que le apoyan en su búsqueda. ¿Por qué si no han escrito sobre arte Maritain, Gilson, Guardini, Juan Pablo II y Benedicto XVI, entre otros?

Comentarios

  1. Mi muy medido y estimado Blogger:
    Por tu escrito se advierte que has pasado del "campo aperto" al tegragrama literario. Y entonces has encontrado los modos necesarios para la expresión que, efectivamente, de la que se nos privó en aquella casa de superior de formación.
    La hondura que alcanza el espíritu en la música, la literatura y la pintura nunca han sido ajenas a la expresión religiosa, antes bien, han sido el cauce necesario, casi el único, para expresar y alcanzar al que es el Sumo Bien, la Verdad única y la Belleza suma. Un buen profesor que tuvimos (yo desde la infancia) D. Arturo Lozano, nos lo trasmitía ya en una lejana EGB, cuando nos abría los caminos del espíritu a través del arte. Él decía que el Barroco era la expresión máxima -para gustos colores- pero lo cierto es que toda expresión cultural encuentra también en la Encarnación del Verbo, la encarnación de todo lo sublime.
    Amigo, lo cultural no es ajeno a nuestro ministerio, sino más bien cualquier artista encuentra en lo religioso la mejor y mayor fuente de inspiración para sus obras.
    Perdona lo extenso, gracias por tus reflexiones.

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  2. ¡Qué gran barroco el limeño!
    Querido Ángel, tus reflexiones son siempre bien venidas, aunque alguna vez sean discutidas. No es este el caso. Me ha agradado mucho la memoria de D. Arturo: en una forma apolínea se encerraba un microcosmos con una apertura fecundísima a Dios. Quizás por eso, fuera para muchos un cielo.
    Ánimo con el nuevo curso.

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  3. Aquellos tiempos...

    MQL

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