¿Esperanza en la Constitución?

ZARAGOZA (06.12.2013). Muchos tienen esperanza en la Constitución. En esta -la que tenemos y que hoy celebramos- o en otra, que eventualmente pudiera proponerse. Yo -lo confieso sin ningún pesar- no tengo nada de esperanza respecto a un papel escrito por una minoría, votado por una mayoría y sucesivamente discutido por otras minorías y otras mayorías. ¿Creen que nuestros políticos tienen la honorabilidad requerida para proponernos proyectos de futuro?

Mi esperanza es Dios. No tengo otra y si alguna vez la concibo, viene un desastre estrepitoso. Es lo que pasó en la Europa de la modernidad: ensoñados por tanto avance científico, pensaron que la esperanza cristiana era una mordaza para que el ser humano no pudiera realizarse plenamente, y la sustituyeron por la idea de progreso. Los capitalistas creyeron que el progreso vendrá por la economía libre; los socialistas pensaron que el progreso vendrá por la sociedad igualitaria. Los más listos abandonaron esta idea de progreso tras la primera guerra mundial; los que les seguían en agudeza mental lo hicieron tras la segunda. Entonces, ¿quienes son los que siguen hablando sin complejos acerca de progreso? Los que confunde vivir con poder. Los que sienten a Dios como una amenaza, los que siguen cayendo en la mentira de la culebra: “come la manzana”.


María, la Purísima, nos trae otro mensaje de futuro: con Dios se plenificarán todas tus posibilidades. Como ella que es la plenitud de la mujer, en cuanto madre y en cuanto virgen. Dios se lo dio todo y no le quitó nada. Él es la única esperanza. La tuya. La nuestra.


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