¿Qué narices es la iglesia?

ZARAGOZA (15.11.2013). Seis diócesis hermanas peregrinarán mañana al Pilar. Como decimos familiarmente, “a ver a la Virgen”. Lo harán unidas: manifestando la unión de la iglesia. Presididas por sus obispos, sucesores de los apóstoles, en torno a María, suplicando y esperando un nuevo pentecostés: el de una iglesia reconciliada y reconciliadora; sin triunfalismos, pero sin complejos; con la fuerza que da escuchar al mismo Jesús que dice “ánimo, he vencido al mundo”. Vencer al mundo no significa ir contra la humanidad, sino servirla en la verdad y en la caridad, para que se ponga en camino de unos cielos nuevos y una tierra nueva.

Esa es la misión de la iglesia: una institución antigua y nueva, que sólo se puede valorar justamente desde la fe. Si no se tiene fe -como demuestran muchos de nuestros políticos, de nuestros intelectuales, de nuestros comunicadores-, la iglesia es una estructura: unos resaltarán lo que consideran positivo (la cultura, la acogida, el servicio de los pobres); otros resaltarán lo que juzgan negativo (servilismos y obediencia, pederastia en algunos pocos miembros del clero, esfuerzo por mantener su presencia en la vida pública, interés por los dineros, discriminación sexista). Pero ninguno dará en el clavo, se quedan en lo accesorio, en lo externo, en la apariencia: confunden la raíz con los frutos. La raíz que es la gracia o, ya lo sabemos, la falta de gracia, que es el pecado.

Esto es la iglesia: presencia de Cristo en el mundo, dando su vida para que el ser humano viva, librándonos del pecado y de la muerte. Esto es la iglesia: el MISTERIO DE LA FE.


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