"Lo religioso" en el cine (I)
La pregunta sobre si “lo religioso” en el cine es un tema o un género no es fácil de responder. Por una parte, sería necesario acotar con mayor precisión qué se entiende por “lo religioso” y, por otra, definir con detalle cuáles son los distintos modos de tratarlo. Sin embargo, para realizar nuestro estudio es necesario esclarecer la cuestión. Aventurar una primera respuesta, supone diferenciar entre lo que constituye el drama humano que, como parte integral, incorpora la dimensión religiosa y lo que responde con claridad al acontecimiento religioso (revelación, rito, moral). Esta sencilla diferencia nos permite comprender que, si el gran tema del séptimo arte es el hombre, de un modo u otro, siempre aparecerá una ventana a lo trascendente, aunque en ocasiones esté cerrada.
El profesor Orellana ofrece una sistematización de las formas en las que aparece tratado lo religioso en el amplio contexto del drama humano1. Deseo, soledad, experiencia del límite (inclinación al mal2, enfermedad y muerte, fracaso sentimental y profesional, presencia del mal), necesidad de padre y/o pertenencia, ídolos de la imaginación, tentación del sueño americano (idea de progreso como visión secularizada de la providencia), la traición al deseo o nihilismo y, finalmente, la recuperación del deseo. Todos estos temas aparecen más o menos visibles en cada film y constituyen una ventana abierta a la trascendencia. Todos ellos presentan la posibilidad de una respuesta religiosa. Cuando esta ventana a la trascendencia o a la respuesta de lo religioso se cierra, aparece con nitidez el “nihilismo” que, en sí, no deja de ser una respuesta religiosa en sentido inverso: un “no” o, más bien, un “nada”. Así pues, resulta claro que, en la mayoría de las películas, lo religioso aparece como un tema. El tratamiento que reciba permitirá distinguir de un modo gradual sí es algo marginal al drama que se representa o, por el contrario, es su raíz.
1 Cfr. Juan ORELLANA, Como en un espejo. Drama humano y sentido religioso en el cine contemporáneo, Encuentro, Madrid, 2007, pp. 17-101.
2 Orellana dice explícitamente “pecado original” en lugar de “inclinación al mal”. Prefiero, en este primer momento, la segunda denominación, ya que hablar de “pecado original” supone una elaboración teológica de carácter netamente cristiano. “Inclinación al mal” es una fórmula que cabe en cualquier antropología o fenomenología de la religión.
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